Aquellos que han viajado por Marruecos, seguro que no pueden dejar de recordar las magníficas puertas que dan entrada a las casas. En un país en el que el exterior de las viviendas suele ser sobrio y funcional, ocultando, en muchas ocasiones, suntuosos y confortables interiores, las puertas son, casi siempre, un reflejo de lo que vas a encontrar al acceder a la morada.
Como nota curiosa, las puertas más antiguas tienen dos aldabas; una destinada a identificar a los familiares, a los que las mujeres podían recibir sin problemas, y otra, más grande, para los extraños, a los que las mujeres no podían ni tan siquiera abrir si no estaban acompañadas de algún hombre.
Durante un viaje al norte de Marruecos, nuestro amigo Nico Fraile, fotografió un buen número de ellas en las poblaciones costeras de Asilah y Larache. Sean lujosas o humildes, todas están impregnadas del alma de sus moradores.